EL FEMINISMO EXISTE


EL FEMINISMO EXISTE Y ESTA MAS VIVO QUE NUNCA

por AMPARO MAÑES



Comentario previo de Osvaldo Buscaya


a) {Pensamiento 3: No estamos en guerra contra los hombres. Mire, ahí estoy de acuerdo. Las mujeres no estamos en guerra contra los hombres. Sencillamente porque SON LOS HOMBRES LOS QUE ESTÁN EN GUERRA CONTRA LAS MUJERES. Son ellos, como grupo -siempre hay excepciones, claro está- los que minusvaloran personal, social, laboral o culturalmente a las mujeres, los que se aprovechan del trabajo gratuito de cuidados que estas proporcionan; los que les pagan menos y controlan casi toda la propiedad de la tierra; los que feminizan la pobreza para hacerlas vulnerables a sus imposiciones; los que las cosifican e hipersexualizan; los que las prostituyen, los que se queman los ojos con la pornografía, los que tienen grupos de WhatsApp llenos de imágenes hipersexualizadas de mujeres y rivalizan en compartir esos contenidos; los que se permiten juzgar nuestros cuerpos y no tienen empacho en contarnos su juicio; los que nos manosean, y babosean; los que controlan, vejan, golpean e incluso matan; los que alquilan a mujeres para perpetuar sus genes, los que mutilan genitalmente, los que violan en la paz y más en la guerra o en la inmigración. Los que han impedido y aún impiden a muchas mujeres su derecho a la salud, al estudio, a un trabajo digno, a igual retribución, a iguales pensiones, a iguales cuotas de poder…y no sigo porque sería interminable.}


Pues, la minuciosidad con que el transexual ecuménico perverso patriarcado, expone todo lo referente al pasado y presente de su civilización, ha de invitarnos a esclarecer su relación con el delirio del varón y a precisar su significado e importancia dentro del conjunto de sucesos que la historia de lo humano nos ofrece. Tal historia de lo humano obedece a motivos que el varón mismo desconocería en un principio y sólo más tarde lograría hallar, motivos que psicoanalíticamente calificamos de “inconscientes”. Estas circunstancias constituyen un fiel reflejo de la realidad, pues ni siquiera es necesario hallarse presa de un delirio para obrar el varón en su irresoluble perversión y ambigüedad sexual. Constituye, en efecto, para el macho un hecho habitual y normal no engañarse sobre los motivos de los propios actos y no percatarse de los mismos sino a posteriori en aquellos casos en que un conflicto entre las corrientes de su hipócrita ética y moral facilita su “confusión” en el sometimiento de la mujer, el femicidio, el proxenetismo, la pedofilia, el abuso sexual, etc. Así, pues, el historial del transexual ecuménico perverso patriarcado no obedece desde el primate, sino a una tendencia “favorecedora” de su irresoluble perversión y ambigüedad sexual, que él lleva en todo su planteamiento “progresista” de “igualdad”, para continuar así satisfaciendo su dominio sobre lo femenino. En éste “historial” del predominio del macho se evidencia la facilidad con que su “cadena” de pensamientos se decide a aceptar su irresoluble perversión y ambigüedad sexual, cuando tal aceptación satisface a sentimientos saturados de su temor a la castración y el horror y el desprecio hacia lo femenino. No nos debería sorprender, aunque en general se lo encubra con preceptos y normativas del clásico enredo leguleyo del transexual ecuménico perverso patriarcado, la facilidad con la que quienes, se consideran de gran inteligencia, muestran bajo tales constelaciones psicológicas, reacciones propias de una suerte de incapacidad mental, admitiendo el carácter inferior de las mujeres y su condición de mero objeto – esclava sexual en Oriente y Occidente. Esa idea transexual ecuménica perversa patriarcal excesivamente elevada de sí mismo, oculta los procesos mentales dependientes de motivos inconscientes o reprimidos. Es asombroso, pero típico del varón, la cantidad de tonterías que de éste modo descubrimos en la “legalidad” impuesta por el varón. La rígida imposición de la horda primordial, que tanto apoyo encuentra en el orden de la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal, no sólo no ha desaparecido, sino que se encuentra firme y adaptada entre las clases “superiores” y “cultivadas” que se ha hecho accesible a nuestra Ciencia de lo femenino (Femeninologia) en el sentido que el transexual ecuménico perverso patriarcado “sabe” en su formación inconsciente todo aquello que en lo consciente “ignora” y determina con acierto en lo inconsciente lo que en lo consciente “equivoca” en su paranoico delirio. Mis afirmaciones, han tenido que parecer extrañas, sin duda alguna, con la sospecha que atribuimos al obrar del transexual ecuménico perverso patriarcado, un sentido que sólo existiría en nuestra imaginación.

Un penoso conflicto que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?

Señalo en mi Ciencia de lo femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa, en la imposición del transexual ecuménico genocida perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la simiesca horda primitiva.

Experimentamos así la impresión de que la civilización es algo impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y coerción.” (Freud)

El sentido y la verdad del feminismo, es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual

Un travesti no es una mujer

Lo femenino es el camino

Buenos Aires

Argentina

12 de septiembre de 2023

Osvaldo V. Buscaya (OBya)

Psicoanalítico (Freud)

*Femeninologia

*Ciencia de lo femenino

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El feminismo existe y está más vivo que nunca

Amparo Mañes


Psicóloga por la Universitat de València. Feminista. Agenda del Feminismo: Abolición del género


Escribe Rebeca Argudo un artículo en La Razón titulado ¿Es posible otro feminismo al que tratan de imponernos?, en el que entrevista a diversas mujeres sobre la posibilidad de un feminismo alternativo al actual.


¿Cuál es ese “feminismo alternativo”? Pues, por el contenido del artículo, está claro: un feminismo que no moleste al patriarcado y que sea individualizable. Me maravilla en este punto como los extremos antifeministas se tocan, ya que Sánchez también quiere un feminismo que no moleste a sus patriarcales amigos de mediana edad y en sus filas (y más aún entre las filas de Unidas Podemos y de su marca blanca “Sumar”) se propugna la conocida como “interseccionalidad”, que fuera del marco teórico donde es necesaria y útil, ha sido instrumentalizada para atomizar el movimiento feminista.


A la periodista autora del artículo no le gusta que las mujeres se quejen porque traslada una imagen de víctimas necesitadas de la tutela del estado, seres débiles a los que hay que guiar en pensar lo que está bien, lo que está mal y a lo que deben aspirar. Por el contrario, el feminismo que ella propugna es el propio de las mujeres en las élites, que utilizan el movimiento feminista para satisfacer sus personalísimos intereses y los de “su clase social” (cuotas de poder, techos de cristal, etc.) pero que no desean ser confundidas con, o peor aún, ignoran a cualquier mujer fuera de su esfera de interés. Incluso, diría que se avergüenzan de ellas y las ven como un peligro, no sea cosa que el patriarcado se enfade demasiado y corran peligro sus personales logros (que de “personales” no tienen nada; puesto que la posibilidad de estudiar, acceder a puestos de relevancia, etc. no se debe precisamente al empeño de los hombres).


Pero es que, además, Argudo confunde -evidentemente a propósito- el movimiento feminista con el feminismo institucional personificado en el Ministerio de Igualdad y en el Gobierno que avalan sus políticas. Y digo a propósito porque, como periodista, es imposible que ignore el gravísimo enfrentamiento del movimiento feminista con un ejecutivo que ha desarrollado -con especial empeño- leyes antifeministas que comprometen gravemente, o incluso anulan, derechos que las mujeres hemos tardado tres siglos en conquistar. Siendo -por cierto- el movimiento feminista el único que les ha plantado cara durante toda la legislatura. Pero claro, a R. Argudo le interesa confundir el movimiento feminista con el antifeminismo gubernamental para mostrar que solo hay una alternativa “feminista”: la suya. Para desgracia de Argudo y de quienes -como ella- pretenden autopercibirse feministas, el feminismo tiene agenda


¿Y cuál es esa agenda? La abolición del género y la erradicación o abolición de todas las violencias a él vinculadas: la de pareja, la violencia sexual en sus diversos grados, incluida la MGF y los matrimonios forzosos, así como el velo islámico o cualquier imposición sexista de vestimenta; la hipersexualización de mujeres y niñas. La explotación sexual (pornografía y la “prostitución-trata” ya que son indisolubles-), y la explotación reproductiva: vientres de alquiler, “donación” de óvulos; pero también la eliminación de todos los perjuicios sociales y económicos derivados de la maternidad: cuidados gratuitos dispensados por las mujeres, subordinación laboral a los varones, brecha de tiempos, brecha salarial, brecha de pensiones, etc. Y, por descontado, defensa irrenunciable de los Derechos Humanos de las mujeres y las niñas. Acabar con la feminización de la pobreza que está en la base de todas las explotaciones sexistas. En cuanto al poder, queremos la mitad de todo porque somos la mitad. Son los hombres, y no nosotras, los que han pretendido -y aún pretenden- gobernar el mundo SIN LAS MUJERES.


Pues bien, excepto en lo tocante a Paula Fraga que sí demuestra en sus respuestas conocer y defender la agenda feminista, voy a intentar resumir algunas de las respuestas de las demás entrevistadas para que puedan juzgar ustedes si los pensamientos que expresan pueden ser considerados “feministas”.


Pensamiento 1: Con la ley de violencia de género, que establece un trato distinto en función del sexo, quedó claro que la igualdad no era el objetivo de ese feminismo.


Pues miren, sí. Es justo lo que busca la Ley, romper con la desigualdad estructural entre hombres y mujeres, RESTABLECIENDO la igualdad entre los sexos. Penalizando la violencia ejercida por los hombres para mantener su dominio y control sobre las mujeres. Y que no discrimina a los hombres, no sólo lo digo yo, lo dice -y de manera reiterada- el Tribunal Constitucional.


Pensamiento 2: No existe el patriarcado. Por tanto, demonizamos al hombre por el mero hecho de serlo.


El patriarcado puede ser un “ente incorpóreo”, como afirma una entrevistada. Pero sus resultados son bien tangibles. La constatación con datos (y no con opiniones) de la opresión estructural de los hombres sobre las mujeres, generando distintos niveles de desigualdad a lo largo del tiempo y del espacio, es lo que la sociología ha denominado «patriarcado». Negar ese sistema social, que nos oprime a las mujeres privilegiando a los hombres, es más parecido al terraplanismo que a otra cosa. Lean a Gerda Lerner, por favor. Desgraciadamente son muy pocos los hombres que no usufructúan los beneficios del sistema, por acción, por omisión, o incluso por mantenerse en la fratría y no ser excluidos de ella.


Pensamiento 3: No estamos en guerra contra los hombres.


Mire, ahí estoy de acuerdo. Las mujeres no estamos en guerra contra los hombres. Sencillamente porque SON LOS HOMBRES LOS QUE ESTÁN EN GUERRA CONTRA LAS MUJERES. Son ellos, como grupo -siempre hay excepciones, claro está- los que minusvaloran personal, social, laboral o culturalmente a las mujeres, los que se aprovechan del trabajo gratuito de cuidados que estas proporcionan; los que les pagan menos y controlan casi toda la propiedad de la tierra; los que feminizan la pobreza para hacerlas vulnerables a sus imposiciones; los que las cosifican e hipersexualizan; los que las prostituyen, los que se queman los ojos con la pornografía, los que tienen grupos de WhatsApp llenos de imágenes hipersexualizadas de mujeres y rivalizan en compartir esos contenidos; los que se permiten juzgar nuestros cuerpos y no tienen empacho en contarnos su juicio; los que nos manosean, y babosean; los que controlan, vejan, golpean e incluso matan; los que alquilan a mujeres para perpetuar sus genes, los que mutilan genitalmente, los que violan en la paz y más en la guerra o en la inmigración. Los que han impedido y aún impiden a muchas mujeres su derecho a la salud, al estudio, a un trabajo digno, a igual retribución, a iguales pensiones, a iguales cuotas de poder…y no sigo porque sería interminable.


Pensamiento 4: No nos consideramos víctimas. Somos mujeres decididas que podemos conseguir lo que nos propongamos sin tutelas.


En la misma línea apuntada por Rebeca Argudo al principio de su artículo, Paula Añó, abogada, de Vox y actual Secretaria Autonómica de Cultura en la Comunidad Valenciana dice, “No nos adscribimos a ese «feminismo de barbilla temblorosa, doliente y blandiblú” (sic).


Déjenme decirle a la Sra. Añó lo que para mí es obvio: que el “feminismo” al que se vinculan ella y su partido es un “feminismo” bastante parecido al de la Sección Femenina de Falange. O sea, al antifeminismo franquista más rancio.


Pero le digo más a la Sra. Añó: En la medida en que tenemos constancia de “un machismo de barbilla prominente, sádico, casposo y violento” contra las mujeres, y que a ella debe parecerle poca cosa para que nos quejemos (a pesar de los cientos de miles de mujeres maltratadas y del incesante goteo de mujeres asesinadas), ser víctimas de ese machismo, no nos hace débiles, como usted parece creer, pero sí pone en evidencia a un sistema que permite que seamos vulneradas. Y tampoco nos hace “blandiblú” (¡vaya expresión!). Porque, entre otras cosas, hay más resiliencia y dignidad en un pelo de cualquier mujer maltratada, que en cualquier agresor en su conjunto.


Y me permito recordar también que, si hoy hay mujeres (aunque no todas, no se nos olvide) que podemos conseguir lo que nos propongamos sin tutelas, eso se debe -precisamente- al feminismo. Y no a los hombres ni a partidos antifeministas, que se han resistido y se resisten “como gato panza arriba” a cualquier avance en los derechos de las mujeres.


Pensamiento 5: El feminismo actual “lucha contra los hombres, masculiniza a las mujeres, y nos obliga a renunciar a nuestra parte maternal”.


Ya ha quedado dicho que no son las mujeres las que luchan contra los hombres sino al contrario. Y no sé, con la expresión “masculinización de las mujeres”, a qué se quieren referir; salvo que lo hagan para indicar que en el feminismo defendamos abandonar los roles de género utilizados para subordinarnos; o a la ocupación de espacios materiales y simbólicos que antes ocupaban los hombres en exclusiva; o a que pretendamos la autonomía económica.


En cualquier caso, muy pocas hemos pretendido abandonar “nuestra parte maternal”. Lo que sí exigimos es que los hombres se ocupen de “su parte paternal”, asumiendo y no escaqueándose -como hasta ahora- de sus responsabilidades parentales y domésticas.


Pensamiento 6. – El feminismo actual es invasivo, con protocolos de lenguaje inclusivo e imponiendo la incorporación de la perspectiva de género en la enseñanza e investigación universitarias.


Es bien sabido que el lenguaje modula el pensamiento. Y también que lo que no se nombra, no existe. Así, no es casual que se hable de “presidente” pero que exista una fuerte resistencia a hablar de “presidenta”. Tampoco lo es que “asistente” no signifique lo mismo que “asistenta”. O que la RAE haya tardado tanto en suprimir la acepción de “Jueza” como la mujer del juez como principal acepción. O que el masculino genérico se imponga de tal manera que pueda usarse ante un público mayoritariamente femenino pero que baste un hombre para que el femenino no pueda utilizarse siendo mujeres todas las demás personas participantes. Porque eso sí excluye al único hombre. Esa sí que es una utilización invasiva del lenguaje.


En cuanto a la incorporación de la perspectiva de género a la docencia e investigación universitaria, lo que es inconcebible es que se mantenga una deficiente enseñanza e investigación universitarias para seguir negando las aportaciones de las mujeres y los impactos en ellas de cualquier ámbito de conocimiento, así como un currículum oculto que permite minusvalorar a las mujeres durante el proceso docente o investigador. Sólo desde la pereza intelectual, el antifeminismo o la misoginia, se puede hablar de que reconocer los méritos de las mujeres es una imposición. Sobre todo, cuando es bien sabido que mantener un interesado relato histórico, científico, social y cultural, que busca convencer a toda la sociedad de que la (mentirosa) carencia de aportaciones de las mujeres en cualquier ámbito es uno de los elementos básicos para sustentar la superioridad masculina y la resignación de las propias mujeres ante nuestra “evidente” inferioridad intelectual.


Pensamiento 7: El referente del feminismo, la Declaración de los Derechos del hombre de 1789.


Concluye el artículo con la afirmación de una entrevistada sobre que tiene como bandera el primer artículo de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789". A saber: «Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.»


Vaya, vaya. No está mal…si eres antifeminista. Porque, a pesar de que las mujeres contribuyeron a la victoria de la Revolución Francesa pronto comprobaron que la Declaración no iba con ellas. Ni estaban, ni se las esperaba. Y es que, allí donde el artículo 1 dice «los hombres», no se trataba del masculino “genérico” (ese masculino de conveniencia). De hecho, reclamar la inclusión de las mujeres en esa declaración, le costó la cabeza a Olympe de Gouges.


Como feminista, yo prefiero quedarme con el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.


En fin, contestando a la pregunta con la que comienza el artículo de Argudo ¿Es posible otro feminismo al que tratan de imponernos? No solo es posible. De hecho, ya existe: cuenta con casi 300 años de trayectoria y se enfrenta a diario con quienes, desde la derecha y, desgraciadamente también desde la izquierda, pretenden arrogarse su representación sin asumir -o incluso vulnerando- la agenda feminista. Y precisamente porque no hay carnet de “feminista”, perseguir las metas que contiene esa agenda es lo que identifica con claridad quien es, y, sobre todo, quien no es, feminista.


La mayoría de esas metas, si no todas, ofenden a muchos, a demasiados hombres. Así es que, si tu “feminismo” les gusta, sospecha: si no molesta al patriarcado, no es feminismo.


Valencia, septiembre de 2023